MI COMUNIDAD DE PRÁCTICA
Bueno, aquí mi primera entrada del blog, y como no podía ser de otra forma, trata sobre la danza. :)
Según la teoría de Lave y Wenger, aprender no es solo adquirir conocimientos, sino formar parte de una comunidad, participar en ella y transformarse personalmente a través de esa experiencia. Ellos introducen el concepto de comunidad de práctica para referirse a grupos de personas que aprenden juntas a través de la interacción y la colaboración, compartiendo conocimientos, habilidades y valores comunes. En este tipo de comunidades, el aprendizaje es un proceso social, donde cada miembro pasa de ser un novato a convertirse en un experto, siguiendo una trayectoria de participación cada vez más activa y reconocida dentro del grupo.
En mi caso, formo parte de una comunidad de práctica relacionada con la danza. En ella no solo se aprenden los pasos técnicos o las coreografías, sino que también se comparten consejos, experiencias y maneras de interpretar y expresar emociones. Los miembros más experimentados guían a los que están comenzando, y poco a poco los principiantes van integrándose más, participando con más seguridad, aportando ideas y asumiendo un papel más visible dentro del grupo. Este proceso refleja claramente la trayectoria de aprendizaje de la que hablan Lave y Wenger: de observador a participante activo, hasta llegar a ser una referencia para los demás.
Además, la danza tiene un fuerte impacto en la identidad personal. No se trata solo de repetir pasos, sino de expresarse, de transmitir emociones y valores a través del cuerpo. En este sentido, formar parte de una comunidad de baile también transforma a la persona: no solo aprendo a bailar, sino que empiezo a sentirme parte del grupo, a identificarme con su forma de ser, de actuar y de crear. Al igual que plantea esta teoría, el aprendizaje va más allá de lo técnico: es una transformación individual y colectiva.
Sin embargo, también reconozco que dentro de estas comunidades pueden surgir tensiones, especialmente por la competitividad entre los miembros, o incluso con otras comunidades externas. Esta competitividad puede tener un lado positivo si motiva a superarse y a dar lo mejor de uno mismo, pero también puede generar presión y un ambiente poco saludable si se enfoca solo en destacar o ganar. Lave y Wenger advierten que aprender en una comunidad no significa simplemente adaptarse a ella de forma pasiva; la participación debe ser activa, crítica y transformadora. En ese sentido, todos tenemos la capacidad no solo de aprender de la comunidad, sino también de influir en ella, aportar nuevas ideas y ayudar a mejorar el ambiente colectivo.En resumen, mi experiencia en la comunidad de danza refleja lo que plantean estos autores, es decir, el aprendizaje real ocurre en la interacción, en el compromiso con los demás y en la participación compartida. A través de la práctica, la observación, el intercambio y la colaboración, no solo mejoramos nuestras habilidades, sino que nos transformamos como personas y como grupo.
Espero que os haya gustado!!
¡Qué conexión Lucíaa! una de mis comunidades de práctica también es la danza. Me gusta mucho la estética que le has dado al blog!!
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