ESCUELAS QUE BAILAN

Para finalizar, me gustaría retomar la danza y dedicar esta última entrada a ella.

He relacionado la teoría de Peter Senge de “las organizaciones que aprenden” con la danza. 

Peter Senge, autor del libro La Quinta Disciplina, plantea que las organizaciones, incluidas las escuelas, deben aprender para poder adaptarse y mejorar. Su enfoque, conocido como el de las "organizaciones que aprenden", propone que no solo las personas, sino también las instituciones como conjunto, pueden y deben transformarse a través del aprendizaje colectivo.

Senge identifica cinco disciplinas esenciales para lograrlo: el dominio personal, los modelos mentales, la visión compartida, el aprendizaje en equipo y el pensamiento sistémico. Estas herramientas permiten que una organización reflexione, dialogue internamente y se reinvente constantemente.

¿Pero cómo puedo llevar esto a la danza?

Pensar la escuela como una danza es imaginarla como un lugar que se mueve con ritmo, con intención y en armonía. No se trata solo de hacer un acto escolar, sino de que toda la escuela funcione como un cuerpo que aprende, se adapta y crea algo nuevo junto a su comunidad.

Peter Senge, desde el mundo de las organizaciones, propone la idea de que no solo las personas aprenden, sino también las instituciones. Una escuela que aprende es como una buena danza: fluida, coordinada, viva. No sigue siempre los mismos pasos antiguos, sino que se adapta, escucha y mejora.

Las cinco disciplinas de Senge en relación con la danza se podrían definir de la siguiente manera:

  • Dominio personal: 

En la danza, el primer paso es la conciencia corporal: saber cómo se mueve tu cuerpo, cómo responde a cada estímulo. En la escuela, es lo mismo: docentes que conocen sus emociones, que entienden sus límites, que actúan con presencia.

  • Modelos mentales: 

Los modelos mentales son los supuestos invisibles con los que interpretamos y actuamos. En danza, sería el equivalente a una coreografía aprendida y repetida sin cuestionamiento. Para innovar, es necesario primero desaprender esos patrones y abrirse a nuevas posibilidades de movimiento.

  • Aprendizaje en equipo: 

Una compañía de danza no es un conjunto de bailarines individuales, sino un organismo coordinado. La escucha, la confianza, la retroalimentación y la sincronización son claves para que el movimiento grupal cobre sentido. 

  • Visión compartida:

Para que un grupo de danza emocione, tiene que tener un propósito común. Lo mismo ocurre en una escuela: cuando hay una visión compartida, todos los pasos tienen sentido.

  • Pensamiento sistémico:

La quinta disciplina es integradora. El pensamiento sistémico permite ver la escuela como un todo articulado, donde cada cambio impacta en el conjunto. En danza, es la capacidad de leer la escena completa: no solo mi paso, sino cómo encaja en el movimiento colectivo, en el ritmo, en el espacio.

Para concluir, podemos decir que la danza, como metáfora de una escuela que aprende, nos invita a ver la educación como un proceso dinámico, flexible y colectivo. Al igual que en la danza, cada miembro de la comunidad educativa tiene un papel esencial que desempeñar, y la clave está en la sincronización y la adaptación constante.


   

Espero haber logrado transmitiros, aunque sea un poco, lo que el baile significa para mí y lo especial que es formar parte de una experiencia como esta. Bailar no es solo mover el cuerpo, es una forma de sentir, de expresarse y de conectar tanto con uno mismo como con los demás. Es aprender desde la emoción, desde la vivencia compartida. Ojalá que, al leer estas palabras, podáis comprender lo valioso que es vivir el aprendizaje desde dentro, formando parte activa de una comunidad que crece, se apoya y se transforma unida por una misma pasión.

¡Hasta siempre!

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