METODOLOGÍAS ACTIVAS
Ya que dediqué otra entrada de mi blog a las competencias claves de la LOMLOE, quería centrarme ahora en las metodologías activas que plantea.
Los métodos activos ponen el foco en el aprendizaje del alumno, promoviendo su participación activa. Se basa en una diversidad de estrategias y técnicas que permiten adaptar la enseñanza a las necesidades de cada alumno. La interacción juega un papel fundamental, ya que se considera el motor del aprendizaje, favoreciendo el intercambio de ideas entre los estudiantes.
Este enfoque muestra gran atención al proceso de adquisición de conocimientos y no solo a su evaluación. Esto hace que los niños presenten una mayor confianza en sí mismos mejorando su autoestima. Las metodologías activas también tienen en cuenta las diversidades en el aula, lo que favorece la creación de un ambiente confortable y respetuoso.
En clase destacamos seis ejemplos de metodologías activas. No sabría decir cual es mi favorita ya que me parecen todas igual de interesantes cada una con sus características propias. Pero es cierto que durante mi etapa educativa han priorizado la gamificación y el aprendizaje basado en proyectos.
En cuanto al aprendizaje basado en proyectos, recuerdo que en 1º de BACH mis profesores nos propusieron crear un huerto vertical en el patio de mi colegio usando materiales reciclados, como botellas de plástico.
Realmente nos llevó mucho esfuerzo que todo saliera bien, ya que hicimos todo lo posible para que el huerto pudiera durar unos años más y así los cursos siguientes pudieran verlo y trabajar con él como hicimos nosotros. Esta experiencia nos ayudó a unirnos como clase, a aprender a trabajar en equipo y a cuidar el medio ambiente.
Por otro lado, quería destacar otra metodología: El Aprendizaje Servicio.
Es una metodología innovadora que busca integrar el aprendizaje académico con el compromiso social.
Su objetivo no es solo que los estudiantes adquieran conocimientos sino que los puedan aplicar a situaciones reales a través de ciertas actividades que se dediquen a las necesidades de una comunidad. Los alumnos se convierten en los propios protagonistas de su aprendizaje mientras que realizan un impacto social en el mundo que les rodea.
Este aprendizaje fomenta que los alumnos obtengan competencias académicas, pero también hace que se desarrollen otros aspectos como la empatía, el trabajo en equipo, la creatividad, la responsabilidad social, etc.
En mi experiencia recuerdo que en 2 de bachillerato, realizamos un proyecto de solidaridad para el pueblo Ucraniano. Durante unas semanas todos los alumnos de todos los cursos realizamos diversas manualidades como collares, pulseras, imanes, girasoles, marcapáginas, pegatinas y acuarelas con el fin de ofrecerlas en el mercadillo solidario que montamos en el patio de mi colegio (como mencioné en mi entrada anterior).
Tanto profesores, familias y estudiantes ayudaron a la recaudación y desempeñaron una participación activa en el proyecto. A través de este acto aprendimos sobre todo a empatizar con los demás y a interiorizar más estos valores morales a través del trabajo en equipo en el ámbito escolar.

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